sábado, 21 de septiembre de 2013

VERGUENZA DEBERÍA DARNOS - MARÍA CECILIA VILLEGAS


Por fin escriben claro, en defensa de la verdad, de las FF.AA. y PNP. contra el terrorismo. Felicitaciones 

El 11 de setiembre es un día de duelo nacional en EE.UU. Sin importar que nunca hayan estado en Nueva York ni en Washington DC, todos los norteamericanos sienten el ataque de Al Qaeda como si hubiese ocurrido en el jardín de su casa. Como si cada una de las 2977 personas que murieron hubiesen sido sus amigos, sus parientes o hermanos. 

No hay un solo norteamericano que cuestione que Al Qaeda es un grupo terrorista y su líder el mayor enemigo de EE.UU. 
A nadie se le ocurriría cuestionar la operación "Gerónimo" que acabó con Bin Laden, ni al Presidente que la ordenó. 
A nadie se le ocurriría que en el monumento del 11 de setiembre, junto a los nombres de cada una de las víctimas, se escriba el nombre de los miembros de Al Qaeda que ejecutaron los ataques. A nadie. 

En el Perú, durante los años que vivimos bajo la violencia terrorista murieron alrededor de 23,969 personas. El 50% de las muertes y desapariciones ocurrieron en Ayacucho. 
Las víctimas eran personas como usted o como yo. Hombres, mujeres, ancianos y niños. En su mayoría campesinos pobres. 

¿Quiénes recuerdan a las víctimas de Sendero y el MRTA? 
¿Es que alguien en el Perú siente el dolor de las muertes de esos campesinos ayacuchanos masacrados, de sus hijos, de los militares y policías que dieron su vida por el Perú, como si hubiese sido la de un hermano, un pariente o un amigo? ¿Quién? 

Nosotros permitimos que una Comisión de la Verdad y Reconciliación escribiera una historia, sin consultar siquiera con quienes lucharon contra el terrorismo: Los militares y policías. 
Permitimos que la izquierda, prima hermana de Sendero y del MRTA, controlara la CVR y que nos dijera que el Estado peruano ejecutó una política sistemática de violación de derechos humanos. 
Permitimos que la CVR promoviera una agenda política de izquierda. 
Permitimos que una ideologizada Comisión Interamericana de Derechos Humanos nos obligara a construir un monumento, donde al lado del nombre de las víctimas del terrorismo, colocamos el nombre de los terroristas. 

Un monumento que ofende la memoria nacional. 
Que ofende a cada una de las víctimas y de los sobrevivientes del terrorismo. 
¿Qué verdad y qué reconciliación? 
Y hablando de verdad, aquellos miembros de las FF.AA. que cometieron crímenes atroces contra los ciudadanos que debían proteger deben ser juzgados y condenados. Pero no por ellos, todas las FF.AA. 

¿Hasta cuándo vamos a callar porque eso es políticamente correcto? 
¿Hasta cuándo vamos a permitir que la izquierda y sus ONG sigan llenándose de plata persiguiendo policías y militares, y sacándole plata al Estado peruano en indemnizaciones a favor de terroristas? 
¿Cómo es posible que 16 años después se siga discutiendo cómo murió un terrorista en una operación de rescate de rehenes y que nuestros héroes, nuestros comandos Chavín de Huántar, sigan siendo cuestionados en juzgados penales y cortes internacionales ideologizadas? 

Vergüenza debería darnos no tener el coraje de decir las cosas claras. 

¿Cuándo, como dijo González Prada, tendremos el valor de "romper el pacto infame de hablar a media voz"?

Fuente: Correo
Fecha: 14 setiembre 2013